15 sept 2008

CRISIS DE MEXICO


El México de hoy es un país altamente polarizado con grandes niveles de pobreza, escaza infraestructura y una concentración de la riqueza cada vez más aguda. Estos problemas han  sido heredados por los gobiernos anteriores junto con sus políticas impuestas y para ser más explícitos por las crisis económicas que han golpeado  a nuestra economía.
En los años de 1950 a 1980 los indicadores de pobreza y desigualdad presentaron mejoras, sin embargo, a finales de los ochenta durante la crisis de la deuda la pobreza y desigualdad económica aumentaron. Tiempo después del año preciso de 1983 a la actualidad entrando a una economía neoliberal cuando se orientó a transferir a los agentes privados y al mercado se olvidó del crecimiento y desarrollo económico y mucho más se agudizo la inequitativa desigualdad económica.
En parte las crisis se explican por males decisiones de política económica y vulnerabilidad al comportamiento de variables macroeconómicas externas, como los precios internacionales del petróleo (1982-1986), tasa de interés y los flujos de capital (1994), y, por supuesto la dependencia económica y financiera  con Estados Unidos (2008).
Los costos de estas crisis junto con sus ajustes no afectaron de manera igual para todas las clases, recayendo de manera más negativa a  los grupos medios y a los pobres, una de las causas fue que durante las crisis los ingresos salariales cayeron más que los ingresos no salariales como las ganancias y las rentas principalmente.
La liberalización comercial factor que aumento la diferencia salarial entre trabajadores calificados y no calificados, además que fomento la disparidad de ingresos y apoyos públicos entre el sector agrícola e industrial.
La situación económica empezó a deteriorarse a mediados de los años sesenta, uno de los factores, es que debido a que la expansión del gasto público no fue acompañada por incrementos en la recaudación, el déficit fiscal creció junto con él aumento el déficit de la cuenta corriente y la tasa de inflación que para 1976 resulto en una crisis de balanza de pagos, financiados con endeudamiento externo. Además de la intervención más activa del estado, cuestiones políticas, el sector privado recurrió a la fuga de sus capitales.
Esta recepción fue de corta duración debido al descubrimiento de cuantiosas reservas petroleras aumentaron los proyectos de inversión del sector privado y del estado, sin embargo los recursos generados por la producción y venta de petróleo no fueron bien utilizados.
Cuando a mediados de 1981 los precios internacionales del petróleo cayeron, la balanza de pagos sufrió un desequilibrio debido a un peso sobre valuado, las expectativas de un flujo de ingresos públicos fomentaron un déficit fiscal. Aumentándolo entre 1978 a 1981 de 6.7% a 14.1% como proporción del PIB. Además las tasas de intereses internacionales alcanzaron niveles altos.
En 1982 ya alguien dispuesto a prestarle a México, lo que el gobierno tuvo que declararse en una suspensión “involuntaria” de pagos, y como ya no pudo seguir endeudándose para mantener el peso, tuvo que devaluarse. La producción disminuyo  0.6% y la inflación subió a 98.8%.
El gobierno en turno propuso e impuso un aumento en la recaudación de impuestos y una redición en el gasto público, además de la meta de reducir la inflación lentamente, pero de manera constante, después de varios intentos fallidos, una crisis en la balanza de pagos en 1985 y la recesión del precio del petróleo en 1986, el proceso empezó a rendir frutos bajando notablemente la inflación debido al Pacto de Solidaridad Económica.
En 1991 la inflación cerró 18.8%, y la tasa de crecimiento del PIB se estimaba de 3.6%. Dicha recuperación no garantizo que fuera sostenible y los problemas se acentuaron en la transparencia de las estadísticas y las prácticas de los bancos comerciales. Los inversionistas cambiaron su punto de vista sobre la economía mexicana, lo que llevo a salidas masivas de capital, lo que ocasionó, junto a la apreciación del peso una crisis en el sector financiero.
Junto ante lo anterior y el error de diciembre en 1994, deterioro del empleo y el alza de las tasas de interés, ocasionaron un aumento en la cartera vencida en los bancos, produjo la devaluación del peso, y causo problemas de inflación, aumento en las tasas de interés, desempleo aumento de la deuda local como extranjera, pobreza y desigualdad económica. 
Después graves crisis económicas vividas en México durante los últimos tres sexenios, de imponer políticas económicas neoliberales; liberalización de comercio exterior, del sistema financiero y la inversión extranjera aplicando disciplina macroeconómica apostando al control de la tasa de inflación y balance fiscal, olvidando la tasa de empleo y de crecimiento, incrementando la desigualdad económica.
En México, la expectación y el miedo por una probable inestabilidad en diciembre de 2000, se hacía palpable entre la sociedad mexicana, nada más recordar la devaluación y la pérdida del poder adquisitivo por parte del peso mexicano en diciembre de 1994, provocaba tener presente que ésta crisis no sólo afectó a los mexicanos, sino fue de repercusiones mundiales, es decir, por el “efecto tequila”, que perturbo las débiles economías de muchas naciones.
Los resultados macroeconómicos observados en 2000, especialmente los relativos a inflación y crecimiento, excedieron aún las proyecciones más optimistas. El crecimiento real del PIB alcanzó 6,9 por ciento, muy por encima de la meta de 4,5 por ciento que se estableció al fin de 1999, y la inflación fue de 9 por ciento, por debajo de la meta de 10 por ciento, se logró reducir la tasa de crecimiento demográfico y alcanzar una población de 100 millones en vez de los 130 millones proyectados en la tasa de crecimiento demográfico de 1976, la calidad de vida se ha deteriorado cada sexenio más.
Existen sin embargo aspectos que merecen atención, entre ellos un posible sobrecalentamiento de la economía reflejado en un fuerte aumento en el gasto interno. Conscientes del problema, aplicaron una política monetaria restrictiva que complementaron con una política fiscal también restrictiva en 2001. Además, la desaceleración de la economía estadounidense afecto las exportaciones mexicanas. Por lo tanto, no se sostuvo el alto crecimiento observado en 2000.
Además de otros desafíos que incluyen: la dependencia de la economía a Estados Unidos, así como de los ingresos públicos, los ingresos del petróleo, problemas en el sistema judicial para hacer respetar los derechos de propiedad, debilidades en el sistema financiero, y la puesta en marcha de una organización institucional que permita reducir la pobreza, un objetivo clave de la nueva administración.
El país se planteó y debería replantear varios objetivos por cumplir para mejorar la calidad de vida y la distribución equitativa del ingreso, como por ejemplo: una reforma fiscal integral, cuyos objetivos sean favorecer impuestos al consumo, recayendo a las ganancias en lugar del ingreso, simplificación administrativa, el estímulo al ahorro y la inversión, la reducción de la evasión fiscal y la integración de la economía, reforzando la confianza de la gente mediante la demostración de transparencia en la recaudación y gasto de los ingresos.
En el campo proveer a los campesinos de oportunidades para hacer de su actividad agropecuaria un negocio rentable, desarrollo y apoyo tecnológico, mejoramiento de los mercados, desarrollo organizacional y apoyo e intervención de un gobierno responsable con políticas activas, además de microcréditos y apoyo de una banca social e impulsar modelos de desarrollo local. Una verdadera política social.
El contagio fue rápido y pese a no ser esta vez causante de la crisis, los efectos se mostraron más en México junto a las demás economías emergentes. El pánico de los ahorradores nuevamente ha ahuyentado los capitales, subiendo el grado de riesgo de la deuda soberana de estos países, encareciendo el  crédito externo y haciéndolo más escaso.